Gracias, tocayo

Esta tarde tuve el placer de asistir a una conferencia de Jorge Volpi en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León. Me movía sobre todo la curiosidad, ya que no estoy familiarizado con su obra.

Jorge Volpi, si no me falla la memoria, es uno de los cinco escritores mexicanos que dieron forma y publicidad al "Manifiesto del crack" (como reacción al llamado "Boom"). Según él mismo contaba, sus primeras lecturas fueron sobre todo libros de divulgación científica, lo que ha condicionado su narrativa. En la conferencia de esta tarde ha desarrollado una teoría muy particular que ofrece una explicación biológica del hecho literario. Esta teoría, inspirada en "El gen egoísta" (Richard Dawkins), propone que los libros son apenas un medio del escritor para reproducir sus ideas. Así, la idea se comportaría como un virus para el que la industria literaria es su hábitat ideal y el escritor y su vanidad son solo un eslabón más del proceso. Pero esta aparatosa parafernalia no sirvió para explicar o eludir la eterna paradoja: calidad versus éxito. Lo curioso es quizá que Volpi puso ejemplos del éxito (Harry Potter y El código Da Vinci), pero no de calidad.

Tras un turno de ruegos y preguntas en el que se abundó en aspectos de la obra del autor que me resultaban del todo ajenos, y con el evento oficialmente cerrado, se me ocurrió acercarme al estrado para hacerle una pregunta muy concreta al escritor: quería saber qué opinión le merece Roberto Bolaño. Sus palabras fueron a la vez un alivio y una pista. Según Jorge Volpi, Roberto Bolaño es el mejor escritor de la segunda mitad del siglo XX. Es un consuelo saber que no soy el único que lo piensa. Volpi añadió que 2666 es una novela a la que solo el tiempo puede poner en el lugar que merece, y lo decía con un deje de pena, quizá el mismo que me asalta cada vez que veo las listas de libros más vendidos y los ránkings de libros más leídos. Hay esperanza.